¿Cuál es el viaje que se viaja en el Tarot?
El Tarot, en sus diferentes versiones, es ampliamente conocido como una mancia o medio de adivinación. Sin embargo, también es una herramienta poderosa en la meditación, y un sistema filosófico que nos hace reflexionar sobre grandes realidades de la vida.

En su conocida obra Jung y el Tarot. Un viaje arquetípico, la analista jungiana Sallie Nichols se interna en el concepto de viaje iniciático a través del cual El Loco (nuestro aprendiz) se ilustrará mediante las lecciones que cada uno de los Arcanos le irá entregando, desde el I al XXI.
Esta forma de utilizar las cartas como medio pedagógico tiene antecedentes , por ejemplo, en barajas como la Mantegna dibujada por Francesco del Cossa (Ferrara, Italia, s. XV). Consta esta baraja de 50 cartas divididas en 5 palos: Las Clases Sociales; Las Musas; Artes y Ciencias; Virtudes y Principios Cósmicos; Planetas y Esferas. A modo de las ilustraciones de nuestros actuales libros de texto, estas cartas eran utilizadas para instruir al estudiante en estos distintos conceptos.
Conócete a ti mismo decía el pórtico del oráculo de Delfos, y así ha de ser. El Loco aprenderá de sí, reflejándose en los veintiún espejos que le aguardan en este viaje. Los Arcanos se llaman así porque cada uno es un secreto a descubrir.. Arcanum es lo misterioso, que se devela frente a quien asume el atrevimiento de querer saber, de morder una vez más la manzana del conocimiento aún a riesgo de ser expulsado del paraíso de su propia ignorancia.
El Loco irá, poco a poco, conociendo lo que trae consigo e ignora o no sabe aprovechar. Lleva un sombrero de bufón, una gorguera y un cinturón lleno de cascabeles que suenan y suenan mientras avanza por un terreno desigual: es el ruido de los conocimientos que arrastra consigo y no sabe aprovechar o, como señalan otros comentaristas, es la sonoridad de sus vidas anteriores que no le dejan escuchar bien lo que ocurre en su vida actual. No sabe hacia dónde va, ni de dónde viene. Lleva una bolsa atada a un palo, pero seguramente tampoco posee un recuerdo muy claro lo que ha guardado allí. Y sin embargo, avanza. Ya ha iniciado su camino. Y en cada una de las veintiuna etapas que le esperan, aprenderá... volverá a aprender, una vez más... y otra... así, paso a paso, hasta conocerse mejor y entonces completar la obra que no es, sino, la mejor versión que pueda hacer de sí mismo.

El Loco, en una de sus tantas versiones. El perro/animal le toca la pierna, para recordarle que es parte del mismo reino animal, que los animales son sus hermanos, y que por ser él también un animal, tiene instintos que forman parte de su carne.
No obstante, el viaje arquetípico de El Loco tiene una cualidad distinta. Tal como lo hace notar otra conocida estudiosa del Tarot, Rachel Pollack, en su libro Los 78 Grados de Sabiduría del Tarot, los Arcanos Mayores pueden ser ordenados en una matriz que consta de tres conjuntos de siete cartas o septenarios. El primer septenario, que va desde El Mago hasta El Carruaje, habla sobre aspectos básicos de la vida: los opuestos, la madre y el padre, la tradición moral de la comunidad, la realidad del deseo y la sexualidad, y el aprender a ganarse la vida. El segundo septenario, habla de la adquisición de las cuatro virtudes (Justicia, Prudencia, Fuerza, Templanza) en un continuum en donde también se menciona que la vida cambia aunque no queramos verlo, que estamos sometidos a esta ley de cambio y que el cambio final en este plano es La Muerte que, sin embargo, no es el punto final de la baraja sino solo un paso más dentro de esta danza que nos lleva hasta la aceptación y calma de la Templanza. Un tercer septenario nos anuncia las realidades a las que estas virtudes nos ayudarán a hacer frente: El Mal, los Desastres, la Esperanza que nos ayuda a mantener la ilusión, los temores e incertidumbres, los logros y felicidades que depara nos depara la vida, la posibilidad de cambiar y renacer renovados tras las pruebas, y la integración final en un todo que es superior a la suma de sus partes y que nos es más que uno mismo tras haberse conocido mejor.

En la versión del Tarot de Marsella, se aprecia claramente que el palo en donde lleva atada la bolsa está, al mismo tiempo, fijado a la gorguera que le rodea el cuello. Esto significa que no puede ver bien por dónde camina. El animal de sus instintos le frena, los cascabeles no le dejan oír. Éstas son las pruebas que ha de superar, y las realidades con que inicia su periplo para adquirir sabiduría..
Conócete a ti mismo decía en el pórtico del oráculo de Delfos, y así ha de ser. El Loco aprenderá de sí, reflejándose en los veintiún espejos que son las paradas de este viaje. Los Arcanos se llaman así porque cada uno es un secreto a descubrir. Arcanum es lo misterioso, y que se devela frente a quien asume el atrevimiento de querer saber, de morder una vez más la manzana del conocimiento aún a riesgo de ser expulsado del paraíso de su propia ignorancia.
El Loco irá, poco a poco, conociendo lo que, ignorando, trae consigo y, por ignorado, no sabe aprovechar. Lleva un sombrero de bufón, una gorguera y un cinturón lleno de cascabeles que suenan y suenan mientras avanza por un terreno desigual: es el ruido de los conocimientos que arrastra consigo y no sabe aprovechar o, como ya señalaron otros comentaristas, la sonoridad de sus vidas anteriores que no le dejan escuchar bien lo que ocurre en su vida actual. No sabe hacia dónde va, ni de dónde viene. Lleva una bolsa atada a un palo, pero seguramente tampoco tiene un recuerdo muy claro lo que había guardado allí.
Y sin embargo, avanza. Ya ha iniciado su camino. Y en cada una de las veintiuna etapas que le esperan, aprenderá... volverá a aprender, una vez más... y otra... así, paso a paso, hasta conocerse mejor y entonces completar la obra que no es, sino, la mejor versión que ha llegado a hacer de sí mismo.