¿Para qué sirve una consulta de Tarot?

18.04.2024

Existe la leyenda de que Thoth - dios de la sabiduría y equivalente a Hermes Trismegisto en la antigua Grecia - regaló a la Humanidad un libro escrito en 78 láminas de oro llamado TARO (Ta: La Verdad; Ro: El camino). Se trata, pues, del Camino de la Verdad. Aquél que desee acercarse, debe partir por reconocerse ignorante para buscar, de manera sincera y humilde, la luz de una Verdad que ilumine su camino con el mensaje que el oráculo le tiene reservado.

La consulta es un momento solemne, sagrado. Esto no quiere decir que haya que vestirse con ropas especiales, representar elaborados rituales o, peor aún, convertirse en tonto grave para leer las cartas. No obstante, se trata de un asunto serio. Una lectura de cartas no es un juego de salón.

Entre otras cosas, porque una interpretación profunda y meditada del oráculo saca a la luz muchos aspectos de la vida de quien consulta - con todas sus angustias y pesares que esto puede llegar a incluir -, y ello requiere de la mirada serena y el espíritu respetuoso de aquel que sabe que una persona está confiando ahora estos dolores para intentar una respuesta que clarifique hacia dónde se dirige su camino.

El Tarot es una especie de brújula. Una meditación acompañada, donde el intérprete reflexiona sobre el mensaje de los arcanos desplegados, y el consultante reconstruye para sí el mensaje con la resonancia de estas imágenes en su interior, triangulando de esta manera cartas, lector y consultante el armado de un rompecabezas que se muestra pleno de sentido.

Un buen ejemplo de lo que intento referir aquí es la lectura de El Árbol de la Vida. Se trata de un esquema cabalístico que, al mismo tiempo, es un ritual cuya práctica conduce a una penetrante comprensión de los elementos de la vida, tal y como se conjugan en un momento determinado para una persona en concreto.

El Árbol de la Vida se compone de 10 esferas o sephirot que son la emanación de la divinidad incognoscible, a través de arquetipos que toman forma en pensamientos, obras y vínculos emocionales que fluyen en una existencia concreta. La raíz del Árbol se encuentra en su cúspide, en Kether o La Corona, una sephirah que hunde su origen en lo incognoscible del Aïn Soph: aquello que es el origen de toda existencia y que, aun así, trasciende la existencia misma hasta un punto en que no nos es posible comprenderlo. Desde este punto, la energía se despliega y da origen a las 10 esferas o sephirot, a las cuales se agrega una más: la sephirah Daath: lo que debe saber el consultante.

Para entrar a El Árbol de la Vida, se debe cruzar el portal de acceso que se encuentra en la última esfera, la sephirah Malkuth o El Reino:, que representa lo inmediato que rodea al consultante. Este inicio conlleva un mensaje profundo: la puerta a la iluminación, o shekhinah, se encuentra al alcance de quien observe con detenimiento los hechos inmediatos que rodean la propia vida. La reflexión siempre debe partir desde lo más evidente.

A partir de Malkuth, el camino se interna por el Árbol, abordando las interacciones que construyen nuestra intimidad en Yesod, y que se reflejan tanto en nuestras palabras (Hod) como en los vínculos emocionales que las han originado (Netzakh).

La sephirah central, o Tipharet, hace un alto y apunta al corazón del consultante, sugiriendo una forma de acción. Desde allí, se enfoca a los obstáculos que debe asumir en Geburah y los recursos que debe cuidar en Hesod

Un nuevo momento de silencio se abre en Daath¸ la sephirah que devela los misterios antes de permitirnos entrar al mundo del pensamiento. Allí, Binah y Hokhmah revelarán de qué manera nuestra mente nos corta o nos abre los caminos. Finalmente, Kether nos muestra hacia dónde se dirige nuestro viaje y nos sitúa en una reflexión final, aunque no definitiva: sólo la divinidad conoce la última palabra de nuestro destino absoluto.

Como ya podemos ver, el oráculo es una herramienta para acceder a una comprensión de cómo los fundamentos de la vida dan con una mano y con la otra, quitan. Es por ello que las sephirot se ordenan en tres columnas: la Severidad a la izquierda, la Misericordia a la derecha y el Equilibrio en el centro, dando a entender que nuestra tarea es armonizar en nosotros mismos la dinámica vital de pérdidas y ganancias que acompaña el despliegue de toda existencia.

Al igual que la reflexión sobre El Árbol de la Vida, una buena lectura de Tarot debe servir para que el consultante pueda ponderar los pasos sobre los que va caminando y los hechos a los que se enfrenta, ya sea que en ello encuentre el disfrute o el sufrimiento.

Una buena lectura de cartas debe ofrecer claridad, y un lugar desde el cual el consultante pueda levantarse para que, con la debida calma y honda aceptación, pueda contemplar la vida y, entonces, ser consciente de su libre albedrío y reapropiarse así de una libertad que nunca le ha dejado de ser propia.