La Magia de las Velas: ¿qué es el elemento fuego?

Quizás por su belleza y por el calor que emana, o tal vez porque nos permitía ahuyentar a las bestias y espantar a los insectos, o porque la caída de un rayo desde el cielo tormentoso nos regalaba el poderoso tesoro de un árbol en llamas, el fuego es desde antiguo considerado un elemento sagrado. Una vez se le tenía, era guardado y alimentado cuidadosamente, y a través de él se ofrecían holocaustos y perfumes a la divinidad. Hasta nuestros tiempos, aún podemos apreciar su presencia en la mayoría de las religiones en forma de velas encendidas, simbolizando la luz del bien que rompe las tinieblas del mal.
A lo largo de la historia, podemos encontrar muchas figuras mitológicas reconocidas por estar vinculadas con el fuego. Prometeo fue castigado por haberse atrevido a regalar el fuego a la humanidad sin el consentimiento de los dioses. Esta misma historia se repite en la mitología escandinava, siendo Loki quien nos entrega el regalo del fuego. En la mitología india, Agni es el dios del fuego que renace en cada hoguera cada vez que es encendida. Y en la mitología judeocristiana encontramos la imagen de la Menorah ardiendo frente al Sancta Sanctorum, o las velas encendidas en la misa simbolizando a Jesucristo como Luz del Mundo. En la mitología budista, se asocia frecuentemente el fuego ylas velas encendidas a la iluminación interna y el estado de budeidad, es decir, la transformación, a través de la meditación, en un buda o iluminado.

Dentro del universo de seres mitológicos atribuidos al fuego, se encuentran las legendarias salamandras, espíritus elementales muy poderosos y muy valorados por los magos. Fueron los egipcios y, más tarde, los hebreos quienes manifestaron que estos seres elementales eran la representación misma del fuego, e incluso existe una oración destinada a consagrar el fuego y a invocar al Rey de las Salamandras que no es sino el Rey de Bastos del Tarot. Por cierto, la leyenda sigue persistiendo gráficamente en los dibujos que Pamela Colman Smith hizo para Arthur Waite, plasmando así el conocido Tarot Rider. En las Figuras de Bastos, podemos apreciar a las salamandras estampadas en la tela de los ropajes (excepto en el caso de la Reina, que porta un girasol o sunflower en su expresión inglesa -tanto Colman como Waite eran ingleses-, siendo protegida por un atento gato negro en recuerdo de Bastet, divinidad benéfica egipcia con cabeza de gato y relacionada con los cultos solares).

Ofrezco, a continuación, una oración para consagrar el fuego antes de iniciar nuestro trabajo mágico.
ORACIÓN DE LAS SALAMANDRAS
¡Eterno, Inefable e Increado, Rey y Padre de todas las cosas, que eres llevado en el carro veloz de los mundos que incesantemente giran!
Dominador de las etéreas inmensidades donde se levanta el trono de tu poder, desde cuya altura todo lo descubren Tus ojos penetrantes y Tus oídos santos todo lo oyen: atiende a Tus hijos que amas desde el nacimiento de los siglos. Porque Tu áurea, grande y eterna majestad resplandece por encima del mundo, del cielo y de las estrellas, y sobre ellas Te levantas.
¡Oh, fuego resplandeciente! Allí Tú brillas y perduras en Ti mismo, por Tu propio esplendor y salen de Tu esencia inacabables arroyos de luz que nutren Tu espíritu infinito. Este espíritu infinito alimenta todas las cosas y hace este tesoro inagotable de substancia siempre dispuesta para la generación que la elabora y que se apropia de las formas que Tú te has infundido desde el Principio. De este Espíritu toman también origen esos muy santos reyes que circundan tu trono y que forman parte de tu corte.
¡Oh, Padre Universal! ¡Oh, Único! ¡Oh, Padre de los Bienaventurados mortales e inmortales!
Tú has creado substancias que resultan maravillosamente semejantes a Tu Eterno Pensamiento y a Tu Esencia Adorable. Tú has concedido superioridad a los ángeles que anuncian al mundo Tus verdades. En fin, Tú nos has creado en la tercera categoría de nuestro imperio elemental. Ahí, nuestra continua ocupación es la de alabar y de adorar Tus designios. Ahí, ardemos en la incesante aspiración de poseerte.
¡Oh, Padre! ¡Oh, Madre, la más amorosa de las madres! ¡Oh, admirable arquetipo de la maternidad y del amor puro! ¡Oh, Hijo, la flor de los hijos! ¡Oh, Forma de todas las formas: Alma, Espíritu, Armonía y Número de todas las cosas!
Amén.
