Preparándose para una Lectura

17.01.2025

"Treinta radios convergen en el centro

de una rueda, pero es su vacío lo que hace útil al carro.

Se moldea la arcilla para hacer la vasija,

pero de su vacío depende el uso de la vasija.

Se abren puertas y ventanas en los muros de una casa,

y es el vacío lo que permite habitaría.

En el ser centramos nuestro interés,

pero del no-ser depende la utilidad."

(Lao Tze. "Tao Te King". Cap. XI)

  He querido comenzar con esta cita de Lao Tze, místico y filósofo chino que escribió el célebre tratado Tao Te King, o Libro del Tao, que nos recuerda una verdad al mismo tiempo simple y profunda: para que algo surja, primero debe existir un vacío que permita la aparición y desenvolvimiento de ese algo. Así, de nada nos serviría tener una olla sin el espacio que nos permite reunir en ella todos los elementos, para que la receta tome forma y sabor en un guiso. El campo despejado y en barbecho hace posible la siembra. Y es el espacio abierto de un camino lo que permite iniciar o proseguir la caminata.

Dicho de otra manera, una estructura posibilita un hacer: lo encuadra y delimita, lo acota y establece sus posibilidades. Pero son los vacíos de la estructura los que permiten que este hacer se desenvuelva hasta desarrollar todas las potencialidades que la estructura contiene en sí en tanto posibilidad a actualizar.

Para el caso de una consulta de Tarot, esta estructura viene dada por:

  • Un/a consultante que requiere orientación, y que se acerca al oráculo voluntariamente en búsqueda de consejo.

  • Un intérprete o lector del oráculo, que se ha formado en ello y pone a disposición del consultante su sensibilidad y conocimiento.

  • El oráculo como tal, en este caso el Tarot en tanto baraja y ritual de consulta.

  • Un marco temporal y físico en donde la lectura se desenvuelve.

  • El pago.

  • El Consultante

En este primer punto, es importante recordar que el acercamiento a la consulta debe ser algo voluntario.

Es bastante común que, muchas veces movidos  por una noble intención de ayudar, se intente convencer a alguien sobre las bondades de la consulta al oráculo - ya que conocemos, como intérpretes, los grandes beneficios que tiene, en un caso en particular, este tipo de orientación. Sin embargo, más allá de comunicar que tal posibilidad existe por nuestra parte y que la dejamos a disposición, es absolutamente contraproducente insistir y hasta casi arrastrar a una persona para que realice una consulta. Los resultados serán, cuando menos, decepcionantes. Incluso, puede ocurrir que el/la consultante acabe achacando sus males al intérprete, o se sienta ofendido/a al escuchar unas verdades para las cuales no se encontraba preparado/a.

Cada cual tiene su momento, y se encontrará listo sólo cuando, desde su interior, sienta esa llamada. También es cierto que, incluso, cuando puede sentir la necesidad, pero quizás no quiere que tú seas el/la intérprete y, en tal caso, debemos respetar esa decisión sin entrar a insistir como un mercader desesperado ante una venta perdida. 

Podemos ofrecer, pero debemos guardarnos de convencer. Así como no por mucho madrugar se amanece más temprano, tampoco por mucho recalcar las bondades del oráculo lograremos que el consultante se encuentre preparado para realizar una consulta, o que se sienta confiado para consultar con nosotros o para hacerlo en ese momento.

Cada cosa a su tiempo, y cada cosa en su lugar.

  • El Intérprete

Desde mi punto de vista, un buen intérprete es una persona genuinamente interesada en aportar alivio al sufrimiento humano, y que ha cultivado su sensibilidad como herramienta para abordar y comprender la realidad del otro. Una persona empática y respetuosa, mejor si tiene buenas dotes de comunicación. Sincera y al mismo tiempo cuidadosa. Debe recordar siempre que verdad sin amor es crueldad, y por lo tanto debe saber combinar la claridad de su mensaje con una dosis exacta de firmeza y contención.

Además, se habrá formado en profundidad sobre los significados de las Arcanos, encontrándose en estudio y meditación constante. Esta formación a la que aludo, no sólo debe incluir un conocimiento enciclopédico o la memorización de los significados de las cartas (por lo demás, una herramienta básica al abordar una lectura), sino que también incluye un entrenamiento a fondo escuchándose a sí mismo: es decir, debe cultivar una sinceridad para consigo mismo/a sobre lo que siente y percibe al contemplar la tirada.

Un intérprete no puede ser un robot que recita mecánicamente significados, ni un erudito que da clases de Tarot a lo largo de la lectura. El buen intérprete pone a disposición su saber y, sobre todo, su sentir mientras la lectura se desarrolla . Debe ser capaz de echar mano a su conocimiento formal sobre las cartas, pero al mismo tiempo sabe olvidarse de todo para atender a lo que internamente asoma a su conciencia - algo que, a veces, rebasa las cartas para llevarnos a otro nivel más profundo y certero de comprensión.

De la misma manera en que en un mosaico podemos describir hasta las características más menudas de cada una de las teselas que lo conforman, también hemos de ser capaces de ver el dibujo en su totalidad para, entonces, transmitir de la manera más clara lo que la composición entera nos inspira.

  • El Oráculo

En un artículo anterior que puedes ver AQUI, abordé el tema de qué es el Tarot. El oráculo tiene un soporte físico de 78 cartas reunidas en una baraja llamada Tarot. Sin embargo, sería un error indicar que el oráculo es sólo la baraja. Para que estas 78 láminas se transformen realmente en un oráculo, es necesario que sean un objeto mágico que, a su vez, sólo se acciona a través del ritual de consulta.

La baraja se transforma en objeto mágico cuando es consagrada a la lectura. La consagración es un acto mágico mediante el cual la energía del intérprete queda ligada a las cartas. Sea cual sea el ritual que utilices para consagrar tu baraja, a partir de ese momento estos 78 Arcanos deben ser tratados como un objeto sagrado a través del cual conectamos con las profundas fuerzas que se desenvuelven en la Vida. Deben ser tratadas con cariño, cuidadas y guardadas con mimo y celo.

El ritual como tal, comprende el barajado, el corte, la disposición de las cartas y el cierre de la lectura.

En el transcurso de la lectura, es imprescindible estar alerta y guardar el mayor respeto por lo que aparece. Hay que centrarse en la lectura, recreando internamente el mensaje para crear, dentro de esa misma intimidad sintiente, una imagen clara a trasladar. 

No en pocas ocasiones, sucederá que nada nos parece claro y que, sólo avanzando, paso a paso, nos parece comenzar a entender el mensaje. En este sentido, debemos proceder como el arqueólogo que desentierra, poco a poco, los ruinas de una civilización olvidada y que, tras cuidadosa contemplación, comienza a desentrañar lo que tales trozos de tiempo le revelan. Confirmará, siempre con asombro, que la misma confusión que ha sentido al descifrar el mensaje es la que ha llevado al consultante a acercarse al oráculo.

Todo lo que ocurre en la lectura forma parte de la lectura. ¿Se le ha caído una carta al barajar? Cójala, mírela y guárdela aparte mientras sigue barajando. Comprobará, otra vez con asombro, que esa carta que se le ha caído es una pieza importante del mensaje que el oráculo revela. No intente adelantarse a nada, pero haga caso a todo. Una vela que se apaga o brilla con más intensidad, el canto feliz o triste de un pájaro, un escalofrío repentino o una palabra que se nos viene a la cabeza, etc. Recuerde: todo lo que ocurre en la consulta forma parte de lo que el oráculo devela.

  • Marco temporal y físico

Tanto para el consultante como para el intérprete, la consulta transcurre en el encuadre de un tiempo y un espacio determinado. Supone un mismo espacio y tiempo compartidos, ya sea el despacho del intérprete o el hilo telefónico de una consulta a distancia. Cualquiera sea el caso, debe abordarse la consulta con la misma seriedad, cuidado y respeto.

Se puede pactar para la consulta una duración determinada; de ser así, habrá que ceñirse a estos límites. De ser necesario más tiempo para acabar de aclarar dudas, es muy probable que el/la mismo/a consultante lo indique. Por otro lado, puede ocurrir que también que tengamos esa sensación o, al contrario, que la consulta en realidad ya ha finalizado. Espere a lo que indique el/la consultante, o pregunte si desea ahondar en algo más para que pueda valorar extender el tiempo de consulta, o reservar otra consulta futura si así lo estima conveniente. Recordemos siempre que la decisión final la tiene el/la consultante.

En mi caso, personalmente prefiero siempre comenzar con una lectura general y, a continuación, tres preguntas o temas a abordar. Para la lectura general, sólo pido saber nombre, edad y signo zodiacal, y nada más. La edad me sirve para situarme en el momento vital del consultante (que nunca será el mismo si tiene 20, 50 o está al final de la vida). El signo zodiacal u horóscopo me sirve para saber por dónde comenzar la lectura cabalística del Árbol de la Vida (que es la que siempre prefiero utilizar como tirada general). El nombre, a su vez, me permite concentrarme en la persona mientras barajo y pido inspiración a lo Alto.

Prefiero, a partir de ese instante, que no se me hagan preguntas mientras leo. Asimismo, solicito que no me cuenten ningún detalle hasta acabar con este primer acercamiento al oráculo. Esto tiene dos objetivos: por mi parte, empaparme de lo que las cartas me indican y no dejarme influir por la visión que el consultante ya trae sobre su estado. Y por otro lado, dejar que las cartas hablen para que el consultante pueda percibir, en carne viva, que efectivamente el oráculo es cierto y certero y no la invención que un intérprete astuto ha fabricado con los retales de historia que, oportunamente, haya podido sonsacarle.

No suelo poner un límite de tiempo, pero el tiempo debe utilizarse íntegramente para la consulta del oráculo. Antes de las preguntas, el/la consultante suele contar, espontáneamente, las impresiones que le ha dejado la lectura, entregando antecedentes que acabarán enriqueciendo el cuadro generado en este primer acercamiento. A continuación, durante las preguntas acepto los detalles que desee aportar en cada tema, abriendo paso a un dialéctica en donde los símbolos del oráculo adquieren un significado cada vez más personal. 

Cuando todas las dudas ya han quedado aclaradas, paso a preguntar: "¿te puedo ayudar en algo más?". Si es así, me lo harán saber. Si la consulta ya está acabada, el consultante lo expresará de manera inequívoca y, entonces, habrá llegado el momento de despedirse. Hacer un resumen de lo que ha sido revelado, o dar unas últimas palabras de aliento y fuerza en aquellos casos más difíciles, siempre serán algo bienvenido antes de pasar al pago de los honorarios y decirse un cariñoso adiós.

  • El Pago

En el antiguo ritual, se indica al consultante que el coste de la consulta es lo que pueda en ese momento pagar, y que no nos revelará la cantidad que pagará hasta el mismo momento del pago, a efectuarse al finalizar la consulta y nunca antes. Sin embargo, no todos se sienten cómodos con este proceder, y muchas veces los consultantes se muestran perplejos.

Para facilitar las cosas, en términos concretos de un lenguaje de mercado en donde se ofrecen estos servicios de orientación, un precio y duración claros puede servir al/la consultante para planificar su consulta. Por otra parte, es bueno para el/la consultante pagar, ya que se tiende a apreciar mejor aquello que se paga y  no lo que se entrega gratuitamente. Por último, el pago equilibra energéticamente este acto de dar con otro de recibir. Entonces, el intérprete recibe su reconocimiento implícito en el pago, y el consultante pasa a apropiarse de un saber que le ha sido entregado.

Por supuesto, siempre se puede obsequiar con una tirada de Tarot. Personalmente, éste es el regalo que hago a mis amistades más cercanas para su cumpleaños; pero, entonces, ya queda establecido desde un inicio que se trata de un presente que, por lo demás, puede o no ser aceptado.  

El Escenario Externo y el Escenario Interno


En su libro Curso Práctico de Tarot, Joan Bunning hace importantes observaciones respecto del espacio en donde transcurre la lectura: se trata de un escenario físico, y también de un escenario interno. Respecto de este último, señala cinco cualidades que resultan beneficiosas al momento de prepararse para realizar una lectura:

  • Estar calmado/a. Resulta complicado conectar con la propia sensibilidad si algo nos intranquiliza. A menudo en la consulta, el mensaje se va dilucidando a través de sutiles percepciones e imágenes, que pueden verse fácilmente enturbiadas por nuestra propia inquietud. Al estar tranquilos, establecemos un silencio interno en donde podemos escuchar hasta el más mínimo detalle que se abre paso a nuestra conciencia.

  • Estar centrado/a. La concentración es muy importante para una lectura de Tarot. Es sorprendente notar que, mientras más concentrados nos encontremos, más claramente hablarán las cartas y, por el contrario, mientras más difuso sea nuestro estado de ánimo, más vagas serán las respuestas del oráculo. Las mejores y más reveladoras lecturas ocurren cuando nuestra atención está completamente absorbida en la lectura.

  • Estar alerta. La calma y concentración permiten un estado de alerta óptimo, con todas nuestras facultades sensitivas vivas y despiertas. Una variable que puede interferir en esto es la fatiga, ya que hace más difícil la identificación consciente de las señales que el oráculo nos ofrece . En este sentido, estar bien descansado es una baza que juega a nuestro favor al momento de interpretar las cartas.

  • Estar receptivo/a. Significa estar abierto de mente, liberarse de prejuicios antes de iniciar la lectura. Se trata de permitirse mirar las cosas tal como aparezcan, estar dispuesto a aceptar lo que las cartas indiquen, si negación ni rechazo. Al estar receptivos, nos concedemos la oportunidad de acceder al conocimiento que se necesita transmitir para dar respuesta a la búsqueda del/la consultante.

  • Ser respetuoso/a: Es imprescindible tratar las cartas con la consideración y respeto que se merece cualquier objeto sagrado. Reconocer su valor y agradecer por las veces en que nos han ofrecido su luz, o nos han ayudado a ayudar, nos vuelve a conectar energéticamente con la baraja, y nos devuelve a ese propio centro interno desde donde la luz resuena y brota. Debemos respetar y agradecer la propia opción que nos ha llevado a aprender Tarot y a cultivar las cualidades que nos permiten interpretar el oráculo, manejando y tratando en consecuencia nuestra baraja consagrada .

 Por último, aunque no menos importante, quisiera resaltar lo bueno que es reservar, para nosotros mismos/as, unos minutos antes de abrir la consulta. Relajarnos, poner la consulta en orden, encender una vara de incienso, tomar una taza de té o un vaso de agua fresca, meditar u orar para encomendarse a las fuerzas de lo Alto, para que nos faciliten la luz y la palabra que permitan brindar orientación a quien nos la solicita… este espacio de íntimo silencio es el vacío del que nos hablaba Lao Tze. Un noble y santo vacío: aquella calma interior en donde podemos sentir, con total claridad, los matices de la voz de la Vida que nos susurra e interpela.